Cada vez más, la legislación requiere que las empresas implementen procesos efectivos para prevenir y mitigar los impactos negativos en los derechos humanos, el medio ambiente y el clima. Además, los clientes y stakeholders también quieren trabajar con empresas comprometidas con la sostenibilidad. Con la Directiva sobre diligencia debida o, Due Diligence en inglés, en materia de sostenibilidad recientemente aprobada, y ante las crecientes necesidades de las empresas en la implementación de la sostenibilidad en el ámbito empresarial, se destaca la urgencia de mejorar y fortalecer las prácticas de ESG en las cadenas de suministro.
Una vez la norma, también conocida como CSDDD, sea implementada por los estados miembros de la Unión Europea, muchas de estas prácticas serán obligatorias. Los departamentos de compra y/o cadena de suministro de las empresas tendrán que adoptar las siguientes medidas:
- Evaluación integral de riesgos en las cadenas de suministro para identificar posibles impactos adversos.
- Establecimiento de políticas y prácticas que fomenten la prevención y mitigación de los impactos adversos que hayan sido identificados.
- Monitorización y seguimiento de la efectividad de los procedimientos de debida diligencia.
- Reporte y transparencia: las empresas deberán divulgar públicamente sus esfuerzos, aumentando así la transparencia y la responsabilidad de sus cadenas de valor.
Pero, no solo es que estén obligadas a cumplir estos puntos; es que además, haciéndolo, serán más rentables. Carlos Tur, country manager para España y Portugal de JAGGAER, líder mundial en Comercio Autónomo, afirma que “las medidas relacionadas con la sostenibilidad aseguran la viabilidad tanto de la compañía como de los proveedores, dado que se satisfacen las exigencias de los consumidores en la cadena de suministro”. Tur añade incluso que “aquellas empresas bien valoradas en ESG tienen mayor valoración bursátil”.
En una reciente jornada sobre la Due Diligence, organizada por AERCE, organizaciones como Achilles compartieron datos y puntos de vista sobre el alcance de la normativa, su estado actual y cómo deben prepararse las empresas para cumplirla.
En última instancia, el objetivo es proteger los derechos humanos y abordar los problemas ambientales que enfrenta el planeta.
Solo una empresa digitalizada es capaz de hacer ese seguimiento. La mayoría de las empresas no tienen la tecnología, personas y recursos para poder realizarlo internamente y necesitan de un proceso digitalizado y apoyo externo para cumplir con estas legislaciones.
Adelantarse a la norma, la mejor forma de cumplirla
Porque si es cierto que es la UE la que establece la norma, los accionistas e inversores ya están obligando a adelantarse. La Directiva impactará, en principio, a las organizaciones de más de 1.000 empleados y 450 millones de facturación anual, pero de forma progresiva acabará afectando también a las pymes. Y en opinión de Ramón Pérez, ESG Audit & Sustainability Director de Achilles, “si las grandes empresas están implicadas, las pequeñas y medianas, irremediablemente, también lo estarán”.
Y, aun así, todas se lo están tomando con demasiada calma: según un estudio de la Comisión Europea, sólo el 35% de las grandes empresas europeas tenía políticas ESG en 2021, y sólo el 15% aplicaba políticas ESG en la cadena de suministro.
Los stakeholders apuestan por proveedores ‘verdes’
En este contexto, Achilles subraya la importancia de medir la huella de carbono porque, como recordó Fernando del Campo, Sales Director de la compañía, “más del 80% de las emisiones son Alcance 3, es decir, hay que monitorizar a los proveedores de principio a fin en las cadenas de suministro. Por ejemplo, todas aquellas actividades derivadas de la propia actividad de la empresa, como los productos y servicios comprados; viajes de negocios; desplazamiento de empleados, transporte y distribución…”
Por si faltaran motivos para aplicar esos criterios de sostenibilidad, se añaden los motivos financieros. Y es que inversores y accionistas ya quieren ese tipo de políticas y contar con proveedores ‘verdes’, para tener mejor acceso a avales y financiación.
“El reto consiste, por tanto, en identificar los riesgos ESG, monitorizarlos y ayudar a las empresas proveedoras a desarrollarse en este área. Con plataforma, tecnología y un equipo humano experto detrás, las cadenas de suministro pueden mejorar su desempeño ESG”, detallaron desde Achilles.
Con la CSDDD ya aprobada, no tenemos tiempo que perder. Nuestra misión desde JAGGAER y Achilles, ayudados con la implantación de nuevas tecnologías, es ejercer una labor pedagógica con las empresas para ayudarlas a adaptarse a un cambio que es inminente.